"CELDA 211"; DANIEL MONZÓN (8)




RECLUSOS Y RECLUTADOS

"Celda 211" es, sin duda, una buena película. Pero de ahí a declararla como una de las mejores de la historia de la filmografía española, como se ha dicho, es, cuanto menos, exagerado.

Su principal encanto: su historia. Descrita en una narración que muestra variadas caras de una misma verdad. Un argumento que entrelaza acontecimientos urdidos a un sólo momento y lugar; trazado sin pestañear, encarnizado en una sucesión de hechos que, aún desencadenantes, son fruto del azar.

La escenificación está muy bien lograda. Y rodada. La cámara recoge en planos generales la acción, conviriténdose en mera documentalista. Dejando los primeros planos sólo para la intimidad de los protagonistas, y su relación, supuestamente sólo amistosa... Especial mención merece la secuencia inicial; espeluznante e impactante primer plano de la Desesperación. Que suscita una crudeza y angustia que, en lo sucesivo; la película no refleja. Destacable es también el latente y sonoro goteo de esa aterradora celda como único y tétrico acompañamiento...

Por otro lado, la acción transcurre correctamente, no habiendo un forzamiento del dramatismo en las últimas secuencias. Transcurriendo toda la acción consecutivamente. Adentrándose con paso firme hacia un hecatombe tan siniestro como necesario.

Las interpretaciones de Alberto Ammann y Luis Tosar son bastante buenas, aunque sin rallar tampoco lo antogólogico. Excelente la de Luis Zahara como el lúgubre personaje que acompaña a Malamadre, que sería merecedor de un Goya como actor de reparto.

Sin embargo, el papel de Luis Tosar, no está bien trazado; y en determinados momentos parece más destinado a reforzar la crítica sobre el sistema penitenciario que a mostrar a un despiadado criminal condenado, precisamente por sus crímenes, a permanecer toda la vida entre rejas.

La secuencia de encuentro con Juan es excesivamente edulcorada. Teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad donde muchos profesores de instituto sufren agresiones físicas y niños de trece años violan a sus compañeras de colegio... Suena absurdo que un asesino en serie no sea capaz ni de darle un bofetón a un chaval con facha de santurrón.

Incluso la escena de las gambas, que pretende ser muy violenta, es más propicia para una reyerta entre bandas adolescentes que de criminales de módulo de aislamiento. Violento y sangriento es el personaje (brillante interpretación) que nos ofrece Carlos Bardem; que con tan solo una mirada nos alerta del infierno que supone enfrentarnos con el tipejo.

Para colmo, este moderado y comprensivo asesino en serie, dice cosas como: "mejor que me maten a mí primero porque sino te voy a tener que sacar hasta los forros de los cojones"; que la forma puede ser brutota ¡pero el fondo (teniendo en cuenta la escena) romanticón romanticón! ¡Y la despedida entre Juan y Malamadre sería tronchante!, si no se tratara de una cinta bien hilvanada y de buenas interpretaciones . La intensísima amistad entre ambos portagonistas, creada en un sólo día, no se comprende ¡ni aunque hubiera flechazo de por medio...!

Por otro lado, el que fuera rodada en una cárcel real y con algunos reclusos entre el reparto tampoco ayudó a que la cinta refleje la auténtica violencia que tiene que respirar un presidio ¡y en el módulo de aislamiento! En pleno botín y ni se escenifican reyertas...

Aún así, un filme bastante redondo. Donde no hay ni ángeles ni demonios sino personas (con un trazo más o menos verídico). Y una despiadada crítica al sistema carcelario; al mando de agentes tan corruptos como el que interpreta Fernando Soto.

Corrupción que posiblemente se dé en el mundo real, abanderado, como muy bien muestra la película, por moratinas en pro de los derechos del hombre (el tema de los etarras); ante la luz pública. El mejor acierto de la película.

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