"UN CORAZÓN EN INVIERNO"


  A veces las cosas no son como esperamos. Y tal vez lo necesitemos.





"EL MAL"


En nombre de la inocencia, el amor incondicional, la madurez inteligente... y todas aquellas personas que hacen de la vida un cuento maravilloso.


Tú eras "el mal", cariño mío. Eras el misterio, una aventura una fantasía por la que luchar. Eras imaginación, eternidad, romanticismo... Tu presencia tenía algo de marino, de olas rompiendo en acantilados, de anocheceres sombríos, de días sin sol y lluvia, y de vientos huracanados. Siempre me han gustado esas cosas, es lo malo de haber nacido en la época equivocada de ser una "masoca" sentimental, excesivamente sensible o como lo quieras llamar. Sé que no responderás a esto ni lo deseo, es mejor así; es bonito lanzar palabras "al viento", como una especie de tributo a la misma "literatura" de aficionada chapucera. Literatura... Eras tú, ¿qué hay más real...? Para una niña. Querido hombre de mundo, querido viejo lobo de mar, hermoso y experimentado; conocedor de la psiquis humana. Querido ser al que no supe comprender. La paz de la noche me permite asomarme al oscuro pozo de mi corazón para vislumbrar de nuevo tu reflejo. Dónde estarás...

    Tus ojos, oscuros como la noche, me miran a través del tiempo y los continentes, con esa luz tan vivaz y penetrante; tan poco celestial... Y tu naturaleza imponente y salvaje; aquel aspecto de otro mundo, elegante, atrayente y sensual... Y sin embargo había tanto de muerto en ti, de podrido, como de incipiente en mí. Tú me pasaste tu podredumbre, tu prematura vejez: a cambio de mi inocencia. Querías vivir en un mundo mejor, más lindo y esperanzador... Y tanto tiempo "odiándote"... para resolver que es solo en la podredumbre y en lo tangible donde una puede llegar a sentirse dueña de si misma: fuerte. En cambio tú estabas cansado de ser fuerte, y preferiste el recuerdo de tu juventud; un mundo de paz en el que coger fuerzas o dar rienda a tu dolor. Porque a fin de cuentas, también estamos en nuestro derecho al sentirnos mal. Conocedor de la importancia y el valor de la palabra, (demasiado anciana y plácida para mí entonces): paz.

     Querido R., que hoy me devuelves mis sueños de juventud... Querido R., que das valor a la crudeza de la vida. A la vida que no es regalada, a la que se logra solo con esfuerzo y autocrítica; y se ve doblemente recompensada. ¡Creas en mí la ilusión de entereza de exploradora incansable...! ¡De amazona! Mis anhelos sentimentales dieron fruto a mi ansia "intelectual".

  Querido viejo, ya casi anciano, eres la sombra de mi consciencia, algo que tira de mí "sin rumbo"... La voz de la aventura y el misterio, la "belleza" del primer amor; la inocencia... La he recobrado y la acepto. También los cuentos de terror son cuentos, y mucho más vivenciales que los "lindos". Hay algo hermoso en el crepúsculo, algo increíblemente potente.

Querido R., hombre "de las mil caras" que son solo una. Hoy tu fragilidad me parece tierna; la hermosura que no podía comprender tras el disfraz que yo misma creé. Querido señor que exhibe sus menudencias como parte de su humanidad, siempre orgulloso y altivo. Te derrotas para volverte a levantar... Había en ti la dureza de una roca abocada a las inclemencias del tiempo, la sabiduría del árbol centenario; paciente y juicioso, siempre sujeto a su raíz... La belleza del mundo terrenal. Aquel mundo imperfecto e "inmoral", pero vívido y excitante, que solo las almas fuertes pueden confrontar.

Querido R. allá donde estés, eres mi pasión y mi príncipe de las tinieblas... Un paraíso perdido infernal. Tal vez el mejor de los paraísos: el que te permite valorar el presente por encima del pasado.

En cualquier caso, como son todos los paraísos perdidos: único, irrepetible e inolvidable. Salvador de momentos de tedio, dureza o incredulidad de la madurez.


Querido R, tú, y solo tú, siempre serás mi héroe...





"TRIBUTO A LA VIDA"


  Solo un mero observador del mundo.
Agazapado en su fortaleza para admirar su esplendor,
infatigable buscador de sorpresas y matices
humilde servidor de lo etéreo e inmortal.

Explorador de tesoros ocultos,
¡amante de lo incorruptible y sustancial!
Un ser que vive para sentir
la majestuosidad del Misterio;
sabedor de que no puede aspirar a más.

Nacido para dejar huella en la eternidad universal,
¡en el más allá!
Un mundo sin fronteras ni límites...
Es el mundo del "artista": de la espiritualidad.

Un patoso aprendiz de la vida,
intimista y oculto que, 
humildemente, espera ofrecer autenticidad.
Realidad y Belleza...
desde el linde de su capacidad.

Observar, percibir, aprender y admirar
la grandeza de la Tierra.
¡Sus misterios, sus relatos,su energía...!;
¿qué más se puede pedir...?

Nada más...





SENSIBILIDAD ARTÍSTICA





"GIGOLÓ"



  Ya estaba hecho, había quedado con el gigoló. A las once en la farola número 3 desde el cruce de la calle que da a su casa; ¿se sentía ridícula se sentía asqueada...?, más bien impávida, y tal vez algo curiosa, por la novedad y por el reto. Era simple: quería una noche romántica, aunque fuera falsa, quería "hacer el amor", y solo un gigoló se esmeraría en crearle esa fantasía. Un gigoló que era solo un hombre, oportunista de tal situación, ¿por qué uno se hacía gigoló?, hombres guapos, fuertes, musculosos... ¿qué problema tendrían para ligar?, a la fuerza tendrían que ser tunantes, aprovechados, cínicos. Pero no le importaba, estaba demasiado enamorada de quien no solo le destrozó el corazón, también su futuro, su pasado, sus ganas de vivir. Había perdido el tiempo, y eso nunca se lo perdonaría, ¡jamás!, un tiempo en el que pudo ser madre, un tiempo en el que pudo embarcarse en otros proyectos. Y en el fondo se sentía culpable, en parte lo era por dejarse llevar como una quinceañera, de aquel modo tan atroz.

Ya eran casi las once, se tenía el papel aprendido, el vestuario, las poses. Se puso su gabardina azul, sus gafas de sol, su sombrero de cubo y su carmín morado, y así bajó a la calle, "como una estrella de lo absurdo". Y allí estaba él... no mentía su foto: era alto, guapo, con unos ojos grises que reflejaban una mirada triste tierna, "mentirosa", y un cuerpo que prometía...

- Sígueme - fue lo que le dijo tras su saludo, tras decir que se llamaba Daniel. Percibió una leve sonrisa de sabiduría, que ocultó prudentemente. - No me voy a andar con Rodeos Daniel, no soy fuerte, me siento vulnerable y no confío en ningún hombre. Hace un mes que me separé de quien más quería y me dejó echa polvo. No me estoy haciendo la dura. Pero no quiero solo sexo, eso lo puedo conseguir donde quiera; quiero una fantasía, sentirme deseada y querida, un cuento para poder dormir mejor, ¿serás capaz...?
- Por supuesto que sí, cómo no podría, es usted una belleza.
- Gracias Daniel, seguro que soy la mujer más guapa que has conocido en tu vida. ¿Verdad Daniel?
- Y la que conoceré...

Sonrió halagada, si hubiera sido un tipo en un bar le hubiera sonado a insulto, pero la situación de subordinación a la que él estaba sometido, fuera indigno o no, le hacía pasar por alto miramientos morales que cada día le parecían más infantiles y absurdos, la vida ya era suficientemente dura para no tomarse los piropos a broma.

Subieron al apartamento, tomaron vino rosado y bombones que ella trajo para la ocasión; le preguntó si quería ducharse, que ella también se ducharía antes (aunque iba limpia). Y mientras él se duchaba (aunque fuera limpio), encendió las velas y apagó las luces, mientras esperaba, sobre la cama, en una posición totalmente cinematográfica, histriónica, a su príncipe.

Y todo sucedió según lo acordado...

"Gracias, ahora márchate". Dijo sin mirarle. "Como quieras princesa", dijo en tono burlón. No soportaba ser una engreída, pero menos le agradaba el papel de mujer desesperada y mártir, ya lo había sido suficiente, no se sentía fuerte para ser generosa, y quizá hubiera sido más irrisorio para el tal Daniel.

Un cuerpo, una sensación... Una fantasía que se esfumó al cruzar la puerta. Lo que temía... Su fantasma seguía persiguiéndola, aprisionando su alma. Eso era el amor: polvo, barro, cocina sucia, trámites bancarios, despertares sudorosos, olor podal, pollo asado, la fuerza de su abrazo, sus ojos verdes y no grises, los gritos, las risas, las conversaciones triviales y la incertidumbre... Y aún así persistía, porque era REAL. Y esa realidad no la había destruido, sobrevivía en ella. Irremediablemente,

Puso la televisión y se dispuso a vaguear mientras pensaba si sería bueno volverle a ver y seguir intentándolo, y hacer el amor, o si fuera posible dar todo su amor a la realidad; fuera lo que fuera eso: "un ideal a fin de cuentas. Una excusa...". Y pensó en el honor y en la dignidad y tampoco supo muy bien en realidad para qué servían y qué eran realmente, ¿socialmente o para ella?

"Al menos soy ya una mujer. Echa y derecha. ¿Será eso beneficioso...?
Todo es absurdo, la vida es absurda, no merece la pena tomársela en serio".

Y siguió vegetando en espera de que la naturaleza le diera las fuerzas necesarias. Al fin y al cabo nunca sabremos de qué neurona nos proviene y qué causa exacta desencadena la chispa de la vida.



"LA CONDESA"



  No podía. Su cuello delgado pero fibroso rebosaba salud y vigor; la bomba de su corazón era potente, y, (en otra ocasión), se hubiera sentido atraída, ¡excitada!, por aquél hombre fuerte y consistente... Era su tipo; pero no podía. Y lo peor es que no sabía por qué. Una mezcla de rabia y repulsión se lo impedían, ¿se estaría volviendo loca...? Sabía que ya tenía superada la etapa inicial, le costó cincuenta años, era agua corrida: no era humanidad. Hacía más de dos siglos que no era humana, que sabía a qué raza pertenecía y comprendía qué debía sentir. Una vampiresa veterana, guerrera de mil noches en vela, solitaria amante de la luna... y todo aquél romanticismo tan idiota pero necesario para subsistir en el inframundo; mucho más real que los sentimientos de compasión por un humano: la comida. Aquello era ridículo, por aquél joven no sentía compasión, ni el más mínimo aprecio, en realidad lo odiaba; porque la impedía alimentarse, le asqueaba... Si hubiera sido la joven que fue le hubiera cruzado la cara, aún sin saber tampoco por qué. Y ése era su tormento, ¡¿por qué...?!

Había estado toda la noche como un zombi, más muerto que ella; sí... sabía qué buscaba. Que le matara. Un caso raro pero no el primero de su segunda vida; y ahora la miraba fijamente a los ojos, con esos ojos que apenas chispeaban... Que solo se sorprendieron un segundo ante sus colmillos y luego... ¡a suplicar que le mordiera, a desabrocharse botones de la camisa y enseñarle el torso! Hacía una semana que no tomaba bocado y él estaba tan apetecible... pero no. ¡Que no podía! "Por favor, mi vida es un tormento", decía el desdichado; la Condesa lo miró con asco, "¿pero crees que no quiero comerte imbécil?, ¿que te tengo piedad?", dijo para sí. "No puedo, ¡soy un monstruo...!", se burló la no muerta. Pero el joven estaba demasiado cansado para rebatirla; "por favor...", "¡cállate ya!". El único momento, ¡el único placer de la vida de un vampiro...!, y ése joven se lo estaba arrebatando; "¡¿por qué...?!, ¿qué me impide matar a este imbécil que desprecia la vida?; si él supiera lo que es la vida... Esta generación es una vergüenza para la humanidad si yo pudiera eliminar a este parásito..."

Y, ¡de repente!, ¡una bombilla se encendió es su mente! Era la chispa que tanto había estado esperando durante tantos lustros... En su segunda vida siempre había matado para comer, ¡basaba su vida en comer!; y eso la había llevado a la depresión. ¡No podía seguir viviendo con ese objetivo tan mezquino!, ¡tenía que haber más!; y al fin lo comprendía... El sentido de su "vida" era hacer algo bueno para el mundo, dejar un legado histórico. Matar a un ser que quiere morir era devolver a la naturaleza lo que es suyo, devolver la materia a la tierra para que todo siga prosperando y el ciclo se regenere. Era un bien global: para la Tierra, sus habitantes, plantas, cordilleras, ríos... y si se ponía grandilocuente... ¡¡se diría que para el Universo entero!! Ella tenía la potestad de poner en orden el ciclo natural, incluso podía seleccionar a partir de ahora con más sensatez a quién matar: ancianos, suicidas, enfermos terminales que no tuvieran la sangre contaminada... No tenía porqué condenarse al infierno por ser vampiresa, ¡no tenía porqué ser malvada!; pero, sobre todo, su existencia había adquirido un sentido en el engranaje del mundo. Y eso la haría soportar con más ánimo la eternidad...

Y sus dientes se clavaron con furia y ansia en el cuello del joven y, con sumo placer, sorbió la savia de la vida, que de nuevo corría por sus gastadas venas.




CAT STEVENS "MORNING HAS BROKEN"


  No se puede decir nada de esta canción, tan solo escuchar...





ENTRE LOBOS



  "Entre lobos" es una película extraordinaria, de la que no dudaría en calificar con un 9, ayer la vi; pero no es de ella de quien quiero hablar sino de lo que nos narra. Un hombre entre fieras. Un caso real: la vida de Marcos Rodríguez Pantoja entre los lobos. Desde niño su sino fue trágico: su madre murió cuando no alcanzaba los siete años de vida, su padre se casó nuevamente, con una mujer que le maltrataba a él y a su hermano, como eran más pobres que el ganado que cuidaban, (retrata las miserias de una Còrdoba de señoríos y siervos); su padre decidió venderlo a su señor que lo confió a un cabrero huraño y solitario, para que le ayudara con las cabras. Éste, hombre fuerte y de campo, le enseñó todo lo necesario para sobrevivir en el bosque repleto de animales como jabalíes y lobos; ya se estaban tomando afecto... cuando éste señor murió. Y quedó solo a merced de las bestias salvajes. Con tan solo siete años, este crío tenía que hacer fuego, apañárselas para comer y protegerse de todos los peligros, innumerables, que pueden acechar en el bosque, SOLO. Este niño, increíble, no obstante, sobrevivió; en gran parte gracias a los lobos.

  Cuenta el propio Marcos Rodríguez Pantoja que se acercó a una camada de lobeznos que estaban comiendo para robarles carne cruda, hasta tal punto llegaba su desesperación; cuando llegó la madre, le cortó un pedazo de la pieza: y le lamió, en señal de adopción. Si no fuera por este gesto, lo más probable es que el niño hubiera fallecido de inanición o hubiera servido de almuerzo a otro lobo. Pero vivió hasta los diecinueve años, doce años, entre estos animales, como un más de la manada. Cazaba ciervos, iba descalzo, comía carne cruda... Un auténtico salvaje; admirable precisamente por eso. ¿Quiénes de los que estamos leyendo este hubiéramos sido capaces de sobrevivir una sola semana?, ¡qué digo semana! ¡un día entero! Desde luego yo no levanto la mano. Realmente admirable, ¡un héroe!, ¡un valor y fortaleza de uno entre un millón!

  Pero los seres humanos estamos en todas partes, no dejamos vía libre a la naturaleza: y así fue encontrado, y llevado a "reeducar". Cuál fue mi disgusto al ver el documental que filmó el mismo director de la película, Gerardo Olivares, sobre la vida posterior de este coloso. Sin entrar en detalles, parece ser que fue objeto de estudio para una tesis y para la antropología, cosa que no me parece mal siempre que él quisiera; pero nadie se encargó de ofrecerle una educación en compensación por aquellos años perdidos que eran LOS AÑOS DE ESCOLARIZACIÓN, es decir: los años en que se forma la mayor parte de la cultura y conocimientos útiles del ser humano. En lugar de eso se dedicaron a bautizarlo y demás parafernalias misioneras. Sin formación y perdido en un mundo donde los seres no dañan para comer, sino por gusto; donde no se valora el simple hecho de levantarse cada mañana y sobrevivir; acostumbrado a la vida noble, dura y pura de la naturaleza... Marcos se sentía desubicado. Y fue marginado, llegando a caer en la mendicidad.

  Tuvo la enorme "suerte", si es que se puede llamar suerte a la caridad de un hombre generoso y a un alto en el camino en una vida llena de desgracias, de conocer a un señor viudo, que también se sentía solo, que le "adoptó" durante más de diez años, (creo que ha fallecido devolviéndole a Marcos su trágico sino). Éste, su amigo, su confidente, habla en el documental de Marcos (que no es ninguno de los dos), y apenas dice nada bueno; en una ocasión le llega a llamar "niño", justificándolo, claro está, por lo mal que lo ha pasado (señal de que él es hipercomprensivo y especial). También aparece el antropólogo de la tesis que al igual que el amigo, habla con sumo cariño de él reconociendo lo difícil que fue su experiencia, con introspección psicológica, concluye que él adaptó el medio a su imaginación porque necesitaba comunicarse. De tal forma que los lobos no eran sus "amigos" (si esa palabra se puede denominar así entre hombre y animal), sino que solo se acercaron a él porque les daba de comer. Y ahora viene donde me río y me troncho a carcajadas... ¡un niño de siete años domesticando a los lobos como si fueran caniches! Pero vamos a ver... si eso fuera tan fácil ¿no lo habrían hecho ya los cazadores, que son adultos? ¿Y qué alimento puede proporcionar un crío de siete años a un lobo? ¿bellotas...?, ¡jajajaja! A no ser que estos refutados y honorabilísimos científicos crean que los lobos juegan como cachorritos, supongo que el niño les lanzó un palo y eso les gustó ¡jaja!

  ¿Por qué el ser humano cuando no comprende algo se lo saca de la chistera o lo rechaza tajantemente? Además de marginado este salvaje tiene mucha imaginación... Pues por supuesto no es una persona cultivada, no tiene estudios ¿por qué no...? No digo que para mí sea fácil de creer que los lobos puedan criar a un niño, y por supuesto no me acercaría a uno de ellos por muy "buenos" que me dijeran que son; pero la sesuda explicación de estos científicos de un niño que domestica lobos todavía es peor. No hablan de domesticar, naturalmente, pero si dicen algo similar a esto "él se imaginó que eran sus amigos porque le salvaban de apuros cuando los lobos solo se acercaban porque les daba comida", osea lo que dije antes de las ricas bellotas que repartía el niño, (¡y sí ya sé que los lobos no comen bellotas!). Además, siendo humano, el niño de siete años hubiera sobrevivido solo en ese entorno inhóspito, sin ninguna protección, claro claro... Lo más chistoso es que se refieren al caso como del niño que fue CRIADO por lobos; "criado", de protección, alimentación, educación...¡jajaja! La palabra "amistad" se desvirtúa si no es de humano a humano, y si somos naturalistas a tope: entre conejo y conejo, entre loro y loro, entre tortuga y tortuga, entre chimpancé y chimpancé, etc; pero tal vez exista un tipo de "amistad" entre diferentes especies, llámese cómo se llame eso. ¿O es que acaso un perro llora cuando su amo muere porque está recordando la comida que no le servía?

  Y el caso es... que Marcos Rodríguez Pantoja, una persona que combatió más allá de las fuerzas humanas para sobrevivir (no todos los metabolismos lo resistirían), que no enloqueció ante la soledad ABSOLUTA y al pavor de pertenecer al primer orden de la cadena alimenticia de los depredadores, ¡con solo siente añitos!; un hombre tan adaptable como para salir ileso de tal situación, con tanta inteligencia, determinación y entusiasmo por la vida... Fue marginado, incomprendido, ridiculizado, simplemente por no ser como los demás; por no hablar fino; por no tener la misma educación ni valores... Quizás por no darle la suficiente relevancia a cosas materiales como comer en un plato, vestir, vivir en un hogar, no darle importancia a una enfermedad grave pero no mortal... Son cosas que te hacen reflexionar sobre: hasta qué punto estamos inmersos en la educación y/o cultura que no somos capaces de valorar las capacidades de este señor diferente. Curiosamente, su adaptación al mundo animal para su supervivencia; le llevó a no comprender las normas sociales que rigen al hombre. Curiosamente... su salvación fue su perdición. Tuvo que reeducarse, con todo el esfuerzo mental que eso supone, y tirar a la basura muchas de las razones que le ayudaron a vivir, para poder adaptarse al mundo finolis y sensibloide de los humanos; un mundo que confunde la caza a dentelladas con el instinto y el aprecio por las cosas sencillas de la vida con falta de expectativas. Un mundo del que le echaron cuando era pequeño: por dinero, su propia familia. TENÍA QUE AMAR AL SER HUMANO PARA REEDUCARSE Y ADAPTARSE. Y eso también fue su perdición; porque un hombre como éste, que ha salido ileso de tantas situaciones difíciles, que ha tenido que madurar desde tan joven, que fue tirado al arroyo por su propio padre, humano... No puede amar más el civismo del hombre que el modo de vida salvaje que le ayudó a sobrevivir. Sería ilógico. De tal forma que él nunca terminará de adaptarse, sus valores y dignidad no se permiten; porque los primeros en tratarle como a una familia, desinteresadamente: FUERON LOS LOBOS. De ahí que ahora este hombre, de más de sesenta años, nos diga que la única vez que se ha sentido plenamente integrado, adaptado y aceptado en su vida, fue junto a los lobos. En vez de recordar aquellos años como una pesadilla aterradora, ¡reconoce con orgullo que él entonces era feliz!

  Y lo que tiene que haber sufrido una persona para llegar a esta conclusión en la última etapa de su vida...





INTROVERSIÓN




  En estos tiempos que corren la introversión es algo más extraño, aún, de lo que siempre ha sido. En estos tiempos de famoseo y llamadas de atención "porque estoy vivo", en que hasta las empresas miran tu perfil facebook para ver si serás apto para un puesto de trabajo, (¡un perfil de facebook!, ¡donde si uno se aburre mucho puede hasta colgar fotos de sus excrementos basta que sea "novedad"!), debería verse con cierto interés la introversión; pero supongo que eso no concuerda mucho con la teoría haz lo que sea pero demuestra que estás aquí. Bueno... ¡es que es precisamente eso lo que no entiendo!, ¿por qué demonios nos tenemos que hacer notar a todas horas delante de quien sea y como sea?; ¿"porque estoy vivo" por lo de "¡carpe diem!"...? Hay muchas formas de estar en el mundo, y, ¡ojo!, no hablo de quedarse callados por miedo al ridículo, (que hay gente que lo ahuyenta hablando sin ton ni son): hablo de seleccionar qué parte de mí ofrezco, para quién y por qué. Mimar tu intimidad. No sé porque se tiende a pensar que la persona introvertida no da suficiente valor a su vida; ser introvertido o extrovertido no tiene nada que ver con la autoestima, pero si nos ponemos en términos absolutos la introversión supone no exponer tu persona, y eso bien puede ser un acto de amor propio.

  Naturalmente no estoy hablando de ser introvertido o extrovertido, sino de los valores implícitos en el hecho de valorar la introversión; el apreciar aquello que no sabemos del otro, el misterio que eso entraña... La curiosidad que debería despertar lo desconocido, un desconocido, solo por el hecho de serlo. No no veo beneficio en el enseñar tu vida a los demás si es "porque todo el mundo lo hace", como moda o incluso como norma; de acuerdo que solo enseñas lo que crees conveniente, pero si en tu cabeza tienes el chip de "tengo que mostrarme para ser alguien", por mucho que selecciones... terminarás pensando que guardarte cosas para ti no sirve de nada. Despreciando la intimidad y la soledad. Algo fundamental para encontrarnos o perdernos nuevamente... "La búsqueda interior", como diría un psicólogo pedante, profundizar... supone no darlo todo por hecho. Tener la esperanza de encontrar un abanico de posibilidades que, a simple vista, "no están", reporta esperanza y amplitud a tu mente; y por consiguiente multiplica tus oportunidades vitales. No se trata de confiar más en la bondad del ser humano, sino en ampliar las posibilidades de cómo puede  ser "la otra persona", (que en verdad tarde o temprano verás reflejada en tí). Quizá ése no es lo que parece, quizá haya algo más y mejor de lo que aprecié en el primer ramalazo... ¡o todo lo contrario!, quién iba a decir que esa mosquita muerta... La capacidad de sorprendernos se pierde con los años de forma natural, es posible que llegue un día en que casi todo nos de igual, ¿no será mejor retrasarlo alegrándonos de nuestra capacidad de sorprendernos? 

  Es nuestro mundo interior secreto; un paraíso sobre el que nadie más puede opinar y en el que siempre seremos alguien especial, independientemente de dónde y con quién estemos. Es incluso interesante dar una imagen contraria a lo que eres, ¡hacer un poco de teatro!, aunque corras el riesgo de aficionarte demasiado y, a la hora de querer dar a conocer parte de tu mundo interior, no poder desprenderte fácilmente de esa farsa con la que te responsabilizaste con "los demás". Puesto que la autenticidad existe, (o "no existe"), siempre; independientemente de cómo nos sintamos, no hay forma de escapar. Podemos engañar al otro, pero no a nosotros mismos; autoengañarnos, pero siempre habrá quien nos abra los ojos...  Por lo tanto, mejor centrémonos en elegir bien el disfraz, (meditándolo), antes de exponerlo, ¿no?, aunque solo sea un disfraz, ¡que sea nuestro disfraz! Siempre que nos afecte lo que ocurra en nuestro "mundo exterior", (y así debe ser), el interior tendrá material para seguir creciendo y fallando, ofreciendo nuevos retos que habrá que solucionar con ayuda del mundo exterior. Y como más cosas interesantes y positivas puedan "enseñar" esos "seres del mundo exterior", más ricos nos sentiremos, independientemente que estemos en compañía o en soledad.

  Pero para eso habrá que creer que no todo es lo que aparenta ser cuando solo conocemos la superficie, que cada uno tenemos un mundo interior muy rico, (el que reservamos mediante la introversión), lleno de aciertos y taras, que no se conocen de un día para otro; que están en constante evolución... Como más amplio sea el abanico de oportunidades que esperas encontrar tras la primera impresión, más emocionante y estimulante te parecerá el mundo; más interesante te percibirás tú.




ROCK MUECK


  No soy una apasionada de la escultura pero las obras de Rock Mueck me fascinan, cómo se puede plasmar tan bien la realidad, ¡parecen fotografías! El hiperrealismo es el movimiento artístico que más me gusta, si bien no deja mucho margen para imaginar, tiene que ser dificilísimo y qué capacidad de concentración... se necesita para hacer estas obras. Aunque un arte más abstracto e imaginativo siga siendo arte, para mí no tiene la misma categoría ni valor.





























"OTOÑO"




  Cuando la castaña madura el pensamiento florece,
al igual que el árbol del castaño, 
nuestro cerebro se renueva en pensamientos. 

  El otoño, época de ojas caídas y cambios; 
ofrece a la creatividad el aliciente necesario 
para respirar el fresco aire del atardecer,
e inspirarse con su aroma.

  La oja caída, que viene y va, 
sin rumbo ni propósito, 
planea libremente a merced de los vientos. 
Confiada en que siempre caerá...
disfruta de ese devaneo cual amante entregada;
deleitándose en el simple placer de lo impredecible.
Dejándose acariciar y poseer por los vientos
del norte, del sur, del este, del oeste...

  Coqueta, contempla cómo batallan entre ellos por acunar su frágil cuerpo
y llevarlo a su destino. 
Un destino, aún así, impredecible;
¡a merced de otro viento caprichoso!

  Y ella lo sabe, y disfruta;
consciente de que la vida de una oja caída
es efímera.

  Por eso el otoño es época de tristeza y reflexión.
Una reflexión sana que nos hace contemplar la fragilidad de nuestra vida,
al igual que observamos el coqueto devenir del follaje; 
que, tranquilo y complaciente,
se deja llevar a merced del viento.






"DEMONIA BLANCA"


"Vamos demonia, te estoy esperando...", cierra los ojos mientras espera su efecto. Impaciente, sale de casa pegando un portazo. Esta noche no se ha llevado la guitarra y los efectos de la coca no tardarán en aparecer, necesita tener su momento euforia cuanto antes, antes de que le de el bajón. Va al bar de su amigo "¡ey!, ¿qué hay por aquí?", "poca gente pero hay que hacer caja", sonríe asintiendo con la cabeza y observa el panorama, un grupo de jovencitos y dos maduritas que le escrutan desde la mesa, "demasiado feas, ¿no?", dice el amigo desde la barra, él sonríe y las sonríe "una cosa es que no me gusten y otra no gustar", se dice para sí; y recuerda a su guapísima última conquista "tan poquita cosa y tan puñetera jaja", le ha cogido algo de aprecio, ¡el puto término medio!; ¡no se lo podía permitir! Siempre había sido del todo o nada, era su forma de vida "¿verdad que sí demonia...?"; y así conoció a su eterna amante: la cocaína. Siempre había sido así, desde pequeño, con el monopatín o se tiraba desde la pendiente más alta o ponía baches para hacer caer a los demás, "un vividor canalla orgulloso de serlo jaja. ¿Realmente merezco conocer la vejez?" No obstante, de viejo también se vive, y eso de por sí ya es intenso: "pero no con ella". Y de sus intimidantes ojos verdes brotaron dos lágrima liberadora; las "viejas" le miraron con más interés, pero sabe que aquellas mujeres no le excitarían ni drogado y regresa a casa ¿Qué hará para aprovechar la "inspiración"?; necesita, ¡quiere!, sacarle todo el jugo a "su amante", se lo debe: ella ha arruinado demasiados momentos de su vida. "Ramera hija de la gran puta..."

 Y entonces...





"Y YO CAÍ..."


  Y yo caí. No fueron los terrores de la trinchera los abusos de mis padres ni la soledad del orfelinato aquello que me derrotó; fuiste tú, un ángel, ¡mi Ángel! ¡Maldito seas! Maldito soy. Y aquí estoy, con el padre Benito otra vez diciéndome que no necesito absolución porque todo es producto de mi imaginación; negando tu existencia como hacen todos, aconsejándome un buen psicólogo. No entiende, ¡no sospecha!, que él es mi absolución: él y tus creencias absurdas. Lo he intentado mi amor, lucho cada día contra mis convicciones para obtener paz, ¡pero no puedo!; soy demasiado fuerte, ¡¿por qué te acercaste a mí condenado?! Yo era feliz en mi mundo carente de amor, de la más mínima comprensión, ya estaba acostumbrado; me costó toda una vida. Pero llegaste tú... con tu carita de niño bueno que no ha roto un plato; y me hablaste tan quedamente... con ese tartamudeo entrañable que te caracteriza; ¡quedándote mudo y colorado ante mi presencia sin tan siquiera saber de mí...! Y me hechizaste, ¡iluminaste mi corazón de esperanza y calor...! Sin haberlo merecido, a mis casi cuarenta años: era imprescindible para alguien. Eras tan dulce, tan tierno, ¡tan puro...!

  A tu lado conocí la felicidad, la familia, ¡la humanidad...! Un año contigo valía más que treinta y siete con los demás. Nos complementábamos: tú me admirabas y yo te veneraba; tú me ponías en un pedestal y yo te protegía... Era todo más que perfecto. O eso creí. Te dije, ¡te confirmé!, que yo no era religioso; y tú, como siempre, asentías y te conformabas. Cierto que algunas veces te ponías pesado con el tema de Dios y te enfurruñabas, pero bastaban cuatro cariñitos míos para complacerte y que volvieras a sonreír; cómo iba a pensar...

  Y aquella horrible madrugada volviendo de la Martinica por el camino de la playa, estabas tú sobre la Gran Peña esperándome; ¡y no pude resistirme a exclamar como una puta damisela enamorada!: "¡Ángel, amor mío...!". Y ocurrió. De tu espalda surgieron dos especie de sábanas flotantes; ¡¡que resultaron ser alas!!, y te elevaste por los aires como si fueras una nube. "¡Sorpresa!", dijiste, ¡iluso!, con una sonrisa radiante de gozo:

"¡Soy un ángel!".

  ¡Nooo, no podía ser!, ¡solo había bebido dos cubatas!; pero allí estabas, como una figurilla del belén, alzando los brazos esperando nosequé; ¡¿aplausos?! ¡Mi novio era un puto ángel!, ¡¡pero un ángel de verdad!!, de esos de las postales navideñas. "Y ahora... ¿crees en Dios o no?", "¡jajaja bravo Ángel!, ¡menudo truco!, ¿cómo lo has conseguido?". Y respondiste lo evidente: "mírame, tengo alas"; "¡no puede ser!, ¡no seas cabrón!"; fueron alguna de las cosas que te dije. Y tú, cada vez más triste, quisiste arreglarlo predicando las grandes ventajas de tener un novio celestial: que si ahora podría conocer a tu Padre; que si él me absolvería de todo lo que hice mal en la vida, ¡que ya estaba a salvo! Que ahora tenía la posibilidad de redimirme: de haber robado para comer, de ser hijo ilegítimo, de beber demasiado... ¡Fueron demasiadas estupideces amor!; y te grité, ¡y ya sabes cómo me pongo yo cuando me enfado...! Pero tú seguiste, ¡impertérrito!, con tus sermones... Y dijiste aquello: "deberías agradecerme haberte conocido, sin mí serías un miserable toda tu vida". Exclamaste esta frase con plena convicción, sin arrepentimiento, ¡esperando hacer El Bien! El bien a un pobre desgraciado. Y sentí que no me amabas cariño, solo en tu imaginación de floripondios y colorines; y te chillé:

  "¡Hijo de satanás puto simple!, ¡déjame en paz!, ¡hazme un favor y muérete!".

   Y en cuestión de segundos, tus rasgos se contrajeron en una mueca de dolor; pálido como la cal, caíste bajo mis pies. De tu rostro, estampado contra la arena, fluía un lago de sangre...


  ¡Ángel mi amor mi vida!, tengo frente al altar la figurilla de un querubín que me mira con odio infernal, ¡¿eres tú?! Sé que no tengo culpa de lo que ocurrió, pero siento que debo pagar el enorme precio de mi, ¿penitencia...? ¡Imposible! ¡No lo logro!, sigo pensando que fueron una serie de casualidades y circunstancias desafortunadas; en las que jugué un papel crucial. De las que me siento completamente responsable... ¡Pero quizá eso sea suficiente para entrar en el Paraíso y volverte a ver!; ¡¿me perdonarías...?!


  Pero sé que el Paraíso solo existe en mis recuerdos. Al igual que sé, con toda la certeza de mi mente y la plenitud de mi corazón: que no volveré a verte.





"LA CHICA DE LA KALASHNIKOV"



  Y ella me mira, con esa mirada fría y profunda que me transporta, secretamente, al paraíso. Inconsciente, sumida en los pensamientos autodestructivos de su mundo interior, Marina parece escrutarme intensamente... haciendo una radiografía mental de todas mis frustraciones y flaquezas. Pero yo sonrío; abrumado ante su belleza y su locura. No puedo bajar la guardia, me siento atrapado, ¡desnudo!; me tiene en su poder... Para los demás, incluido su hermano, es solo una loca: "Manuel estás muy callado, ¿tienes miedo?", dice mi amigo desde el volante, "no" respondo, "claro que no", dice Marina; desafiante... Tengo miedo, real, de una kalashnikov de juguete, de una mueca cubierta por un pañuelo, de unos ojos negros provocadores. De una muchacha independiente... hambrienta de emociones demasiado elevadas. De aventuras pasiones, ¡novelas...!; que el mundo no puede ofrecer. Siempre me han caído bien los locos, tal vez porque en lo más íntimo de mi ser, les tenga envidia: se posicionan por encima de los convencionalismos, ¡de las apariencias!, de los deberes morales. ¡Son libres...! Vuelan con su imaginación por un mundo mejor sostenidos por su firme voluntad.

  Marina, es completamente dueña de su destino.

  Y mi bello secreto coge la kalashnikov con firmeza... apuntando hacia mi frente, ¡como a una diana! Y susurra...

"Tengo que vigilarle. Si no lo hago, se pudrirá en la realidad.".




ÚLTIMAS PALABRAS DE ANA MARÍA MATUTE


 La octogenaria escritora Ana María Matute hace poco que dejó de respirar, no sin antes dejarnos un último libro que acabo de terminar: "Demonios familiares", del que me llamó la atención las últimas palabras que hacen referencia a ella. Esto fue lo que escribió:

(Ana María Matute en el personaje de Eva)

 "Y le amé como nunca había amado a nadie antes, ni después, ni nunca. Porque aquel deslumbramiento doloroso solo duró unos minutos, y desapareció. Como todo en mi vida, siempre a punto de atravesar el umbral de algún paraíso, donde nadie logró entrar, ni lo logrará jamás, el inhabitado paraíso de los deseos."

 No sé con certeza qué quiso decir alguien de tanta edad pero estas palabras me han dejado boquiabierta y creo que algo vislumbro de su plenitud; parece que hablan de "amor" puro, del orgullo de amar por ti misma, por propia satisfacción personal, de la digna introversión que eso supone, de la soledad como estado de ánimo doloroso pero placentero; de la fantasía como medio de vida y estado de felicidad, necesaria para vivir y "conquistar el paraíso"; fabuloso por inalcanzable... Me parecen tan románticas estas palabras, tan fuera de "onda" y tan vitales que cuesta pensar que las escribiera una "dulce ancianita" de ochenta y ocho años. ¡Cuánta grandeza!

 http://es.wikipedia.org/wiki/Ana_Mar%C3%ADa_Matute




"EL CALLEJÓN"




   Ahí está, escondido en la sombra del callejón, es una figura que se impone a la misma noche; sé que es él, y que se sabe observado. Un rubor propiciado por esta revelación me aturde; a mí edad y en busca de romanticismos... ¡precisamente!, ¡no tengo ya nada que perder! Me acerco al callejón, junto a la luz que recorta su sombra, y un silencio perturbador enfatiza mi respiración. ¡No no es mía!, ¡es una inspiración más intensa!, ¡profunda!; oigo la mía entrecortada. "¡Katerina!, ¿qué haces aquí?"; una vecina, me entretiene, ¡quiero que se vaya! Pero me gusta imaginar que me estará esperando, espiando mi conversación.

  Por fin se fue mi vecina; ¡no está!; suspiro y me encojo de hombros, bonito sueño. Me voy para casa. "Hola...". En la oscuridad de la noche no logro distinguir sus sensuales rasgos; pero percibo su cercanía, su calor, un discreto pero intenso aroma a cedro menta y tabaco... "¿Le puedo acompañar a casa, señorita?"; si no fuera por cierto tono burlón se me haría encorsetado y decimonónico. Se aproxima más... Es alto. La luz ya ilumina sus rasgos: su nariz es más aguileña de lo que observé; sus ojos oscuros, ¡ardientes como brasas!, me miran con tal profundidad... ¡me tatúa el alma! Su boca, algo cruel, dibuja media sonrisa burlona, enigmática, esos labios carnosos... No es una belleza apolínea y tal vez estéticamente no sea un hombre bello. Pero su faz lampiña refleja todas las luces y sombras de la noche; hay algo irreal en él, ¡dramático! Y a la vez, tan carnal...


  "¿Quieres que te acompañe yo, niño?", sonríe nuevamente: "¡por supuesto! Siempre me ha dado miedo la noche..."