ROCK MUECK


  No soy una apasionada de la escultura pero las obras de Rock Mueck me fascinan, cómo se puede plasmar tan bien la realidad, ¡parecen fotografías! El hiperrealismo es el movimiento artístico que más me gusta, si bien no deja mucho margen para imaginar, tiene que ser dificilísimo y qué capacidad de concentración... se necesita para hacer estas obras. Aunque un arte más abstracto e imaginativo siga siendo arte, para mí no tiene la misma categoría ni valor.





























"OTOÑO"




  Cuando la castaña madura el pensamiento florece,
al igual que el árbol del castaño, 
nuestro cerebro se renueva en pensamientos. 

  El otoño, época de ojas caídas y cambios; 
ofrece a la creatividad el aliciente necesario 
para respirar el fresco aire del atardecer,
e inspirarse con su aroma.

  La oja caída, que viene y va, 
sin rumbo ni propósito, 
planea libremente a merced de los vientos. 
Confiada en que siempre caerá...
disfruta de ese devaneo cual amante entregada;
deleitándose en el simple placer de lo impredecible.
Dejándose acariciar y poseer por los vientos
del norte, del sur, del este, del oeste...

  Coqueta, contempla cómo batallan entre ellos por acunar su frágil cuerpo
y llevarlo a su destino. 
Un destino, aún así, impredecible;
¡a merced de otro viento caprichoso!

  Y ella lo sabe, y disfruta;
consciente de que la vida de una oja caída
es efímera.

  Por eso el otoño es época de tristeza y reflexión.
Una reflexión sana que nos hace contemplar la fragilidad de nuestra vida,
al igual que observamos el coqueto devenir del follaje; 
que, tranquilo y complaciente,
se deja llevar a merced del viento.






"DEMONIA BLANCA"


"Vamos demonia, te estoy esperando...", cierra los ojos mientras espera su efecto. Impaciente, sale de casa pegando un portazo. Esta noche no se ha llevado la guitarra y los efectos de la coca no tardarán en aparecer, necesita tener su momento euforia cuanto antes, antes de que le de el bajón. Va al bar de su amigo "¡ey!, ¿qué hay por aquí?", "poca gente pero hay que hacer caja", sonríe asintiendo con la cabeza y observa el panorama, un grupo de jovencitos y dos maduritas que le escrutan desde la mesa, "demasiado feas, ¿no?", dice el amigo desde la barra, él sonríe y las sonríe "una cosa es que no me gusten y otra no gustar", se dice para sí; y recuerda a su guapísima última conquista "tan poquita cosa y tan puñetera jaja", le ha cogido algo de aprecio, ¡el puto término medio!; ¡no se lo podía permitir! Siempre había sido del todo o nada, era su forma de vida "¿verdad que sí demonia...?"; y así conoció a su eterna amante: la cocaína. Siempre había sido así, desde pequeño, con el monopatín o se tiraba desde la pendiente más alta o ponía baches para hacer caer a los demás, "un vividor canalla orgulloso de serlo jaja. ¿Realmente merezco conocer la vejez?" No obstante, de viejo también se vive, y eso de por sí ya es intenso: "pero no con ella". Y de sus intimidantes ojos verdes brotaron dos lágrima liberadora; las "viejas" le miraron con más interés, pero sabe que aquellas mujeres no le excitarían ni drogado y regresa a casa ¿Qué hará para aprovechar la "inspiración"?; necesita, ¡quiere!, sacarle todo el jugo a "su amante", se lo debe: ella ha arruinado demasiados momentos de su vida. "Ramera hija de la gran puta..."

 Y entonces...





"Y YO CAÍ..."


  Y yo caí. No fueron los terrores de la trinchera los abusos de mis padres ni la soledad del orfelinato aquello que me derrotó; fuiste tú, un ángel, ¡mi Ángel! ¡Maldito seas! Maldito soy. Y aquí estoy, con el padre Benito otra vez diciéndome que no necesito absolución porque todo es producto de mi imaginación; negando tu existencia como hacen todos, aconsejándome un buen psicólogo. No entiende, ¡no sospecha!, que él es mi absolución: él y tus creencias absurdas. Lo he intentado mi amor, lucho cada día contra mis convicciones para obtener paz, ¡pero no puedo!; soy demasiado fuerte, ¡¿por qué te acercaste a mí condenado?! Yo era feliz en mi mundo carente de amor, de la más mínima comprensión, ya estaba acostumbrado; me costó toda una vida. Pero llegaste tú... con tu carita de niño bueno que no ha roto un plato; y me hablaste tan quedamente... con ese tartamudeo entrañable que te caracteriza; ¡quedándote mudo y colorado ante mi presencia sin tan siquiera saber de mí...! Y me hechizaste, ¡iluminaste mi corazón de esperanza y calor...! Sin haberlo merecido, a mis casi cuarenta años: era imprescindible para alguien. Eras tan dulce, tan tierno, ¡tan puro...!

  A tu lado conocí la felicidad, la familia, ¡la humanidad...! Un año contigo valía más que treinta y siete con los demás. Nos complementábamos: tú me admirabas y yo te veneraba; tú me ponías en un pedestal y yo te protegía... Era todo más que perfecto. O eso creí. Te dije, ¡te confirmé!, que yo no era religioso; y tú, como siempre, asentías y te conformabas. Cierto que algunas veces te ponías pesado con el tema de Dios y te enfurruñabas, pero bastaban cuatro cariñitos míos para complacerte y que volvieras a sonreír; cómo iba a pensar...

  Y aquella horrible madrugada volviendo de la Martinica por el camino de la playa, estabas tú sobre la Gran Peña esperándome; ¡y no pude resistirme a exclamar como una puta damisela enamorada!: "¡Ángel, amor mío...!". Y ocurrió. De tu espalda surgieron dos especie de sábanas flotantes; ¡¡que resultaron ser alas!!, y te elevaste por los aires como si fueras una nube. "¡Sorpresa!", dijiste, ¡iluso!, con una sonrisa radiante de gozo:

"¡Soy un ángel!".

  ¡Nooo, no podía ser!, ¡solo había bebido dos cubatas!; pero allí estabas, como una figurilla del belén, alzando los brazos esperando nosequé; ¡¿aplausos?! ¡Mi novio era un puto ángel!, ¡¡pero un ángel de verdad!!, de esos de las postales navideñas. "Y ahora... ¿crees en Dios o no?", "¡jajaja bravo Ángel!, ¡menudo truco!, ¿cómo lo has conseguido?". Y respondiste lo evidente: "mírame, tengo alas"; "¡no puede ser!, ¡no seas cabrón!"; fueron alguna de las cosas que te dije. Y tú, cada vez más triste, quisiste arreglarlo predicando las grandes ventajas de tener un novio celestial: que si ahora podría conocer a tu Padre; que si él me absolvería de todo lo que hice mal en la vida, ¡que ya estaba a salvo! Que ahora tenía la posibilidad de redimirme: de haber robado para comer, de ser hijo ilegítimo, de beber demasiado... ¡Fueron demasiadas estupideces amor!; y te grité, ¡y ya sabes cómo me pongo yo cuando me enfado...! Pero tú seguiste, ¡impertérrito!, con tus sermones... Y dijiste aquello: "deberías agradecerme haberte conocido, sin mí serías un miserable toda tu vida". Exclamaste esta frase con plena convicción, sin arrepentimiento, ¡esperando hacer El Bien! El bien a un pobre desgraciado. Y sentí que no me amabas cariño, solo en tu imaginación de floripondios y colorines; y te chillé:

  "¡Hijo de satanás puto simple!, ¡déjame en paz!, ¡hazme un favor y muérete!".

   Y en cuestión de segundos, tus rasgos se contrajeron en una mueca de dolor; pálido como la cal, caíste bajo mis pies. De tu rostro, estampado contra la arena, fluía un lago de sangre...


  ¡Ángel mi amor mi vida!, tengo frente al altar la figurilla de un querubín que me mira con odio infernal, ¡¿eres tú?! Sé que no tengo culpa de lo que ocurrió, pero siento que debo pagar el enorme precio de mi, ¿penitencia...? ¡Imposible! ¡No lo logro!, sigo pensando que fueron una serie de casualidades y circunstancias desafortunadas; en las que jugué un papel crucial. De las que me siento completamente responsable... ¡Pero quizá eso sea suficiente para entrar en el Paraíso y volverte a ver!; ¡¿me perdonarías...?!


  Pero sé que el Paraíso solo existe en mis recuerdos. Al igual que sé, con toda la certeza de mi mente y la plenitud de mi corazón: que no volveré a verte.





"LA CHICA DE LA KALASHNIKOV"



  Y ella me mira, con esa mirada fría y profunda que me transporta, secretamente, al paraíso. Inconsciente, sumida en los pensamientos autodestructivos de su mundo interior, Marina parece escrutarme intensamente... haciendo una radiografía mental de todas mis frustraciones y flaquezas. Pero yo sonrío; abrumado ante su belleza y su locura. No puedo bajar la guardia, me siento atrapado, ¡desnudo!; me tiene en su poder... Para los demás, incluido su hermano, es solo una loca: "Manuel estás muy callado, ¿tienes miedo?", dice mi amigo desde el volante, "no" respondo, "claro que no", dice Marina; desafiante... Tengo miedo, real, de una kalashnikov de juguete, de una mueca cubierta por un pañuelo, de unos ojos negros provocadores. De una muchacha independiente... hambrienta de emociones demasiado elevadas. De aventuras pasiones, ¡novelas...!; que el mundo no puede ofrecer. Siempre me han caído bien los locos, tal vez porque en lo más íntimo de mi ser, les tenga envidia: se posicionan por encima de los convencionalismos, ¡de las apariencias!, de los deberes morales. ¡Son libres...! Vuelan con su imaginación por un mundo mejor sostenidos por su firme voluntad.

  Marina, es completamente dueña de su destino.

  Y mi bello secreto coge la kalashnikov con firmeza... apuntando hacia mi frente, ¡como a una diana! Y susurra...

"Tengo que vigilarle. Si no lo hago, se pudrirá en la realidad.".




ÚLTIMAS PALABRAS DE ANA MARÍA MATUTE


 La octogenaria escritora Ana María Matute hace poco que dejó de respirar, no sin antes dejarnos un último libro que acabo de terminar: "Demonios familiares", del que me llamó la atención las últimas palabras que hacen referencia a ella. Esto fue lo que escribió:

(Ana María Matute en el personaje de Eva)

 "Y le amé como nunca había amado a nadie antes, ni después, ni nunca. Porque aquel deslumbramiento doloroso solo duró unos minutos, y desapareció. Como todo en mi vida, siempre a punto de atravesar el umbral de algún paraíso, donde nadie logró entrar, ni lo logrará jamás, el inhabitado paraíso de los deseos."

 No sé con certeza qué quiso decir alguien de tanta edad pero estas palabras me han dejado boquiabierta y creo que algo vislumbro de su plenitud; parece que hablan de "amor" puro, del orgullo de amar por ti misma, por propia satisfacción personal, de la digna introversión que eso supone, de la soledad como estado de ánimo doloroso pero placentero; de la fantasía como medio de vida y estado de felicidad, necesaria para vivir y "conquistar el paraíso"; fabuloso por inalcanzable... Me parecen tan románticas estas palabras, tan fuera de "onda" y tan vitales que cuesta pensar que las escribiera una "dulce ancianita" de ochenta y ocho años. ¡Cuánta grandeza!

 http://es.wikipedia.org/wiki/Ana_Mar%C3%ADa_Matute