LA CONQUISTA MÁS ALLÁ DE LOS TREINTA Y MUCHOS


  La mujer a partir de los treinta y muchos cuarenta no es princesa: es reina; y esta analogía se cumple, te guste o no. La madurez y las relaciones afectivas de la mujer madura es fascinante y agria a su vez, (la masculina supongo que también pero es un tema que me está vetado por razones obvias). ¿Una salsa agridulce?, pues no, porque de dulce sí que no tiene nada. Voy a hablar desde las experiencias de mis amigas (jeje), como mujer madura y soltera; de un modo realista, directo y alejado de los cuentos chinos sobre mujeres exitosas por divinas y folladoras,  (ejemplo gráfico la foto que encabeza el texto de "sexo en Nueva York"), o "mujeres valiosas por ser independientes y profesionales". Así que si tienes un día sensible o eres de los que lleva por bandera la supresión de géneros en post de la Igualdad, te recomiendo encarecidamente leer solo los dos últimos párrafos, ¡¡te van a encantar!!

La idea que voy a desarrollar es la siguiente: mujer madura, si realmente quieres conseguir una pareja que te apasiones (no solo sexualmente) y ayude a realizar tus sueños, tienes que mentalizarte de que tienes que jugar un papel más activo en el juego de la seducción, (naturalmente, mientras él también ponga de su parte), o confiar 100% en la buena suerte. Y cuando hablo de conquista no me refiero necesariamente a manipulación, (al menos no en su totalidad...), ni a empezar nosotras el juego en plan "soy yo la que entro a los tíos en la discoteca". Tampoco de ir a la caza indiscriminada para sentirte dominatrix, ni de empoderarte como mujer de una sociedad pretendidamente igualitaria, (nadie tiene derecho a exigirnos que nos mostremos "poderosas" para ser apreciadas). Sino a conseguir, sencillamente, que nos quieran tal como somos; tener la oportunidad de amar y cuidar a alguien que merezca la pena. Compartir tu vida, sueños y esperanzas con otra persona imperfecta, pero también totalmente querible.

Porque, amiga, si tienes más cuarenta y estás sin pareja, (y quieres tenerla...), tienes un enorme obstáculo a la hora de conseguirlo: la vecina infertilidad. Sí lo sé, normalmente se es fértil hasta entrados los 50 años; pero querida gran parte de la sociedad no lo ve así, (aunque crean que sí). Y no hay más historia. No se trata de que te vuelvas más "exigente" a partir de esa edad, (recordemos que no es lo mismo exigencia que tener las ideas claras...), ni que, ¡de repente!, tu autoestima baje a niveles infrahumanos; y demás catálogo de tonterías con las que nos estigmatizan algun@s que no están en la situación, (o no les interesa verla...). ¿Recordáis cuántos y qué clase de hombres se os acercaban o conocíais a los veinticinco años, (siendo las mismas, solo que más inexpertas e inseguras)?, ¿y los que conocéis ahora...? Curioso, ¿no...?  No voy a entrar en descalificaciones absurdas ni en prototipos de hombres, pero evidentemente en comparación, hoy por hoy, el porcentaje de chicos que me puedan interesar, (o a los que pueda interesar), se ha reducido tajantemente. ¿Acaso porque solo quedan "las sobras"...?; es ridículo pensar así, es tirarse piedras contra tu propio tejado, ¡¡lo mismo podrían pensar ellos!! Lo cierto, (y es bastante terrible), es que esos hombres "basura", (o que pasan de nosotras), posiblemente se muestren de forma muy diferente ante una mujer más joven y fértil. No se trata tanto del físico ni de la forma de ser como, simple y llanamente, de "la selección natural", pues tengo amigas guapísimas, listísimas y majísimas que llevan también años sin pareja; casualmente de mi edad...

¡¡Por supuesto que no estoy diciendo que no se pueda conseguir!! Hay mujeres sortudas por naturaleza, (y recordemos que la suerte va y viene, ¡¡¡nunca se sabe...!!!), o que saben mejor cómo encadilar quizá; pero francamente, arriesgándome a quedar como envidiosa, viendo cómo está el panorama... tiro más por la primera opción. Por otra parte, otro factor importante a tener en cuenta, (y que también puede desencadenar múltiples críticas hacia mi sinceridad, que aceptaré gustosa y cortesmente), es que el volumen de candidatos disponibles se reduce contundentemente. En primer lugar, por una simple cuestión de lógico-estadística: la mayoría de nuestra edad están pillados.; en segundo, porque la fauna no es un mito: es una realidad; desengañémonos, los cabronazos  psicópatas, chicos "buenos" que necesitan una mujer para ser alguien... existen; al margen de cómo actuemos nosotras. Y en tercer lugar, están los chicos majos, interesantes, puede que hartos como nosotras de "buscar" la aguja en el pajar que aún no son padres, y siempre han deseado experimentarlo; algo sin duda respetable, pero que nos perjudica a las "viejunas" jeje. En definitiva... las posibilidades de encuentros, (pues siempre hablamos desde esa óptica, no de amigos de la infancia que de repente, ¡como en las pelis!, sucede...), con hombres, (o mujeres si eres lesbiana), que cumplan todos los requisitos para que vayan ¡solo a por tí!, como princesa en su castillo, (tan cómodo snif, snif...), han sido reducidas a la cuarta o quinta parte. Así que no nos queda otra que mover el culo, no bajar la guardia, (o pasar tres pueblos del tema si no estamos en nuestro momento), y tomárnoslo como un juego, ¡¡con humor!! Siempre dispuestas al "no" como al "game over" de un videojuego, (aunque claro está que en la práctica no es tan fácil). Porque peor es esperar unicornios halados, o, ¡tan siquiera!, haberte divertido y/o aprendido en el proceso.

La mayor desventaja de la mujer frente al hombre, y en esto sí hay desigualdad, y siempre la habrá, AUNQUE SEA UNA INJUSTICIA ABSOLUTA: es la etapa fértil. De forma que un hombre de nuestra quinta, (que pueda permitírselo), y que quiera ser padre, elegirá a una mujer por debajo de esa cifra , (incluso puede que muy por debajo si es un petardo que necesita sentirse joven), simplemente "porque yo no tengo la menopausia". Y aunque está más que estudiado que la calidad del esperma disminuye drásticamente a partir de los 40, físicamente (al menos), siguen teniendo sus soldaditos allí hasta el final de sus días.

Pero... a pesar de que el panorama es tremendamente injusto, y no muy halagüeño, si te mentalizas de tu cambio de papel y de tu nueva situación; ¡es mucho más emocionante e interesante! Dejas de ser la princesa a rescatar a la señora que se pone en un pedestal, poderosa, que infunde más admiración y respeto que suspiros melifluos por tener las carnes en su sitio, (¿recordáis qué estúpidas éramos cuando en la adolescencia nos sentíamos especiales por eso...?). Pues las mujeres a partir de los 40 no aspiramos a ser las más bellas, ¡sino las más interesantes! Y tiene su mérito en una sociedad donde se compara la dignidad de la mujer con campañas de ropa de todas las tallas, en las que se predican cosas como "tú eres única" mientras ves desfilar cuerpos de diferentes tamaños y colores, (todos únicos, ¡por supuesto!). Y mucho, ¡mucho...!, más difícil llevar las riendas del ligue cuando de toda la vida eso es más tarea masculina que femenina. Ellos tienen millones... de manuales sobre el tema y los consejos del amigo "experto" de turno; nosotras, tenemos que adquirir cada una nuestras mañas prácticamente en solitario. Y digo bien, en solitario, porque no son muchas las mujeres dispuestas a admitir que todo cambia, (yo la primera, desde hace bien poco), y que a los cuarenta no puedes  seguir actuando ni esperando como cuando tenías veinticinco; ni hay muchas mujeres plenamente conscientes del papel que han jugado en sus conquistas a parte del manido "ser como soy", que no significa  nada y que todos sabemos ser. 

Aún así la nueva perspectiva merece la pena; es más gratificante escribir tu propia historia que esperar a que se cumpla el cuento que te narraron. Te obliga a investigar en la mente de los otros, ¡a adquirir nuevos conocimientos!; te fuerza a deslumbrar mucho más allá del embeleso superficial de cuento de hadas, (carnes prietas de toda la vida). Supone un reto para contigo misma; un nuevo modo de valorarte como persona, no como reclamo socio-sexual. Y si la cosa no sale bien, (o ni surge la posibilidad), no te cabe la menor duda de que ha sido por el destino... No por tí. Nadie te puede venir con historias sobre tu falta de autoestima, tu nivel de exigencia, tu romanticismo, tu amargura... y demás memeces que las mentes incapaces de concebir esta realidad fabrican para no asumir el echo de que la juventud no es una actitud, sino una época. Y que la actitud es cuestión de voluntad, de poder, de la mente; no de carnes prietas o gastadas.

Asumiendo esta dura, pero liberadora, realidad, te alejas de la culpa y del victimismo; te haces dueña de la situación y lo de  menos es el desenlace. Lo que cuenta, como en cualquier buena historia, es la moraleja, no si el final es happy o tristón.