¿TENEMOS NECESIDAD DE TENER CERTEZAS ABSOLUTAS? (2)


  Estoy empezando a leer a Descartes (aunque en verdad lo tengo bastante aparcado porque me aburre un poquito...) así que perdón si digo alguna barbaridad sobre su persona. Sin embargo no pretendo hablar sobre él sino lo que me inspiró su metodología; él duda de todo hasta llegar a una verdad indudable: "pienso, luego existo". Estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación; aunque no sé si podría darse como "certeza absoluta", tal cual la nombra, puesto que no todo el mundo llegará a ella aunque todos tengamos alguna vez otras certezas absolutas. No obstante la filosofía no es religión, no es un dogma de fé sino solo opiniones, de personalidades cultas y analíticas, pero opiniones a fin de cuentas; así que doy por hecho que Descartes no trataba de imponer ninguna verdad a nadie sino solo indagar en su pensamiento y tratar de convencer mediante él, (como todos hacemos alguna vez).

Lo que me llama la atención y el motivo por el que vuelvo a este tema, es por qué una persona que tenía como metodología la propia duda, y sabía que la constante duda es el elixir de la sabiduría, por qué buscaba una verdad indudable que supusiera una terrible realidad para él: la sabiduría tiene sus límites.

En el capítulo anterior ya llegué a la conclusión de que en el fondo todo se debe a la "necesidad". no primaria como beber y dormir, pero sí necesidad creada como alimento espiritual. No obstante eso no deja de ser una solución fácil, de raíz. Claro está que no le puedo preguntar a Descartes sobre por qué quiso crear una verdad "indudable", pero él me inspira para descubrir más acerca de nuestra "necesidad" de "pisar tierra firme", (vamos que es la excusa jeje).

Así pues todo se basa en necesidades de nuestro carácter o situación. Si Descartes no hubiera vivido una determinada vida no hubiera llegado a esta conclusión etc, es evidente. No obstante... ¿no sería más correcto llamar a las ideas abstractas creaciones (a pesar de ser también una necesidad)? Una creación es algo que enaltece, en un sentido o en otro, tanto al creador como al que está de acuerdo con esa creación; así que en realidad supongo que sería más correcto llamarla así.

Así que supongo que la conclusión a la que quiero llegar no es ni más ni menos que mi propio asombro ante la pregunta con la que empecé: ¿por qué ese empeño de Descartes de llegar a una "verdad limitada"?

Sigo sin comprenderlo, puesto que, racionalmente, es mejor tener verdades relativas sobre las que poder dudar algún día, o tener la esperanza de poder hacerlo. Puesto que, dependiendo del momento, estas verdades nos parecerán indudables o relativas; y en gran medida depende de nuestra emotividad... ¿Estaría pasando Descartes por un mal momento?, ¿un desamor, la muerte de un familiar?, ¿o por lo contrario se sentía tan pletórico que necesitaba sentirse dios y saberlo todo todo y todo?

Jaja, marujeos a parte creo que he llegado a una conclusión: nunca deja de sorprenderte la mente humana. Y supongo que para mí la "filosofía" (no me gustaba como asignatura en B.U.P.), es un aliciente para seguir explorando el mundo por mi cuenta, antes que un manual de respuestas perfectas. Es decir, la filosofía es, en realidad, una necesidad de respuestas más "emocionales" que "racionales". Y hoy Descartes me ha hecho reencontrarme con mi capacidad de sorprenderme.

¿Será la sorpresa el misterio... la verdadera motivación de la vida? Al plantearme esto, ¡estoy buscando "verdades absolutas"! Pero... creo que lo hago porque eso me supone un reto mayor, para seguir y seguir... buscando más "verdades absolutas". Y tal vez por eso Descartes buscaba una verdad "indudable":

  PORQUE MIENTRAS TENGAS CLARO QUE TODAS LAS CONCLUSIONES PUEDEN GENERAR UNA Y MIL DUDAS... MIENTRAS SEPAS QUE ESTARÁS EN CONSTANTE EVOLUCIÓN. ES ALENTADOR JUGAR A BUSCAR ESA "VERDAD INDUDABLE" QUE, POR UN MOMENTO, POR LA SORPRESA (MOMENTÁNEA) QUE REVELA EN TÍ, TE HARÁ CREER QUE EXISTEN VERDADES ABSOLUTAS. Y TE HARÁ SENTIR MÁS SEGURO, MÁS NIÑO...

En definitiva: sí, tenemos necesidad de poseer certezas absolutas; pero esta necesidad corresponde más al terreno sentimental que al racional. Responde más a la necesidad de sentirnos grandes, dominantes, curiosos... que a una motivación plenamente intelectual.

De ahí que en cualquier debate siempre se llega a un punto en que no se admite ninguna duda y para defender tus ideas (aunque lo digas bajo el respeto y con palabras como "es mi opinión cada uno tiene la suya...") te encabezonas en que tienes la razón. ¡¡Y punto!!



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